Otro día de trabajo en la empresa. ¡Venga, que no puede ser para tanto! Cueste lo que cueste, seguro que hoy también conseguimos otro buen día en el trabajo.
No, no cuela. ¿Verdad?Es la naturaleza del trabajo, se hace previsible y
repetitivo si estamos siempre haciendo lo mismo. ¿Cómo arreglamos ese problema?
Ignorarlo no es una opción. Todos los trabajadores vendrían al trabajo sin
ganas. Algo tendremos que hacer…
Y ese algo se llama “Gamificación”. Hacer que el trabajo
se convierta en un juego… pero tampoco. Se trata de darle emoción, pero sin
quitarle lo suyo propio. ¿Imposible, dices? ¡No es para tanto!
Pongamos un ejemplo y dejemos que nuestra imaginación
haga el resto. Un trabajador consigue puntos relacionados con su eficacia y
productividad que puede canjear en un juego que tienen todos los trabajadores
de la empresa. ¿Quién no querría llegar hasta lo más alto?
Otro ejemplo. La empresa organiza de forma mensual un
Escape Room (o cualquier otro tipo de actividad, mismamente). Sin embargo, su
duración o calidad depende del esfuerzo de los trabajadores. Ahí tenemos otro
incentivo para hacer las cosas mejor.
Sigamos pensando. Hagamos un sistema de misiones (que en
realidad son tareas de los trabajadores). Si se cumplen x misiones en x tiempo,
recompensa especial. ¡Como en los juegos de toda la vida!
La gamificación está bastante relacionada con la motivación laboral. Un trabajador contento se traduce en más producción, y en un mayor esfuerzo y satisfacción por su parte. ¡Pero ojo, que no trabajas dentro de un videojuego! ¡Nada de sacar de contexto la gamificación ni convertir la empresa en una compañía de videojuegos!
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