Toda acción comunicativa debe tener, al menos, un objetivo
claro y conciso. Este es el punto de partida sobre el que se construye todo lo
demás. En el caso de un texto escrito la finalidad puede ser informar, invitar,
certificar, instruir, etc. La identificación del público o persona al que va
dirigido el texto condiciona el contenido del mensaje, vocabulario y manera de
referirse a las cosas.
Las transmisiones de
las ideas deben expresarse de la manera más concisa posible, ordenadas y
jerarquizadas de mayor a menor importancia. Así se garantiza que, en caso de
que el destinatario se canse de leer en las primeras líneas, al menos habrá
recibido el mensaje que el autor considera más relevante.
La comunicación escrita tiene mayor importancia en la correspondencia, que se convierte en un transmisor de la identidad, la imagen y la credibilidad de quien escribe y de la marca a la que representa. Por eso es imprescindible que el profesional encargado cuente con los conocimientos necesarios para tratar material tan sensible.
https://youtu.be/rt9CVRpqtxQ
No hay comentarios:
Publicar un comentario